diumenge, 23 de juliol del 2017

El fracaso de la izquierda

Los dos partidos, PSOE y Podemos, dicen ser de izquierda. En ambos hay militantes muy críticos con el otro; con el PSOE por neoliberal y con Podemos por populista. Pero no es el mayor problema al que los dos se enfrentan. Sus respectivas circunstancias internas no reflejan la unidad de criterio esperable en los partidos. El PSOE sigue bastante fracturado después de las primarias. La victoria de Sánchez no ha pacificado del todo la organización. Se mantienen federaciones y agrupaciones conflictivas y enfrentadas en controversias personales, ideológicas y estratégicas, todas mezcladas. 

Podemos, a su vez, aun está más fragmentado. No es un partido al uso, sino un mosaico irregular, compuesto con teselas de distinta naturaleza en las que, además de las personales, ideológicas y estratégicas, se dan las orgánicas, pues se trata de una amalgama de confluencias, fusiones y semifusiones. Paradójicamente el factor que mantiene la unidad de esta organización surgida de un espíritu antisistema es el hecho de haberse integrado en ese sistema y estar actuando a través de cargos públicos. La unidad la procuran las instituciones. Veremos si se mantiene en periodo electoral.

Este aspecto apunta a la razón del fracaso, al menos por ahora, de la colaboración y unidad entre las izquierdas. Es decir, la razón no reside en las discrepancias y regañinas por asuntos concretos. Con todo y ser estos importantes pues, en efecto, el comportamiento del PSOE en la comisión de investigación sobre las fechorías de Interior no es de recibo, no son decisivos. Nada que no se pudiera arreglar o convenir para el futuro en una colaboración que recién empieza. 

La razón de este fracaso es de otra índole y tiene mas que ver con la acción institucional de ambas fuerzas y, sobre todo, con el hecho de que las dos la articulen en el terreno legal de las elecciones, lo que plantea unas exigencias de moderación del mensaje para no ahuyentar a los votantes. La moderación suele darse al precio de la imprecisión, la confusión más o menos deliberadas. En verdad, ninguna de las dos partes tiene un programa claro y coherente de carácter general (eso que suelen llamar "el proyecto" y siempre lo mencionan para acusar al otro de carecer de él) y esa falta no se compensa desgranando listas interminables de medidas concretas habitualmente ilusorias. 

La situación de carencia es la misma en las dos formaciones de la izquierda, y responsable principal de la falta de entendimiento. Ciertamente, hay diferencias cuantitativas. La estrategia del PSOE es más imprecisa que la de Podemos, pero ambas se circunscriben al mismo terreno de juego; solo que una juega más en el extremo que la otra y su frase es más radical. Dicho en plata, los dos son ya partidos dinásticos, aunque con algunas diferencias retóricas. 

Es fácil demostrar la concomitancia de ambas en la dinámica del sistema. Basta atender a sus discursos y ver cómo ambos propugnan reformas sin cuestionar los fundamentos ideológicos mismos que las sostendrán, el postulado de una nación española coincidente con el Estado y con la forma política de este.

Justamente, este es el punto más significativo (aunque no el único ni mucho menos) de la discordancia: la República. Las dos organizaciones están compuestas en su inmensa mayoría por republicanos. Sin embargo, la opción republicana es explícitamente rechazada en el caso del PSOE y deliberadamente olvidada en el de Podemos. La República no es una prioridad.

Pero es un elemento constitutivo esencial, prioritario, del independentismo catalán que, al plantearse como republicano pone a la izquierda española ante el espejo de sus propias vergüenzas. Tanto más cuanto que la dinastía reinante en España, por el origen reciente y por su ejercicio, no puede aspirar ni de lejos al grado de apoyo popular que tienen otras monarquías europeas.

Y esa es una de las dos razones por las que las izquierdas españolas (que tampoco se ponen de acuerdo entre sí) no consiguen entenderse con los independentistas catalanes. La otra, por supuesto, es el propio independentismo y el nacionalismo español elemento común a ambas izquierdas hispanas. 

El programa independentista tiene, claro, una faceta nacional, pero también la tiene política y social. En definitiva, es una revolución. De nuevo tipo, pacífica y democrática, pero revolución. Y la falta de entendimiento con las izquierdas españolas, al menos con la que dice ser la "verdadera", prueba que la actividad institucional ha hecho perder a esta el olfato revolucionario del que presumía.

La falta de entendimiento con el independentismo catalán es en lo único en que las dos izquierdas españolas coinciden, aunque con matices. En todo lo demás, discrepan. No pueden entenderse porque cada una desconfía de los objetivos estratégicos de la otra y con razón pues ninguna de ellas tiene claros los suyos. 

Y no los tienen porque las dos han aceptado jugar en el terreno marcado por la derecha.

dissabte, 22 de juliol del 2017

La bolsa o la patria

El gobierno solo gobierna para (contra) el independentismo. Bueno, y también para sobrevivir procesalmente. Pero eso es ahora menos importante. La nueva política, la policy en el sentido inglés, que recuerda más a la policía de la llamada Ciencia de la policía del reino de los clásicos, apunta directamente al bolsillo de los precitos catalanistas. Colectiva y preventivamente a base de dejarlos sin dinero cuando se apresten a cometer alguna fechoría o personalmente cuando la hayan cometido, a base de confiscar sus patrimonios, de ellos y de sus familias.

De hecho, esta medida de política pública, como la llaman los especialistas, al abreviar a una semana los plazos de rendición de informes presupuestarios de la Generalitat, equivale a una intervención, una forma de aplicación subrepticia del 155. En el doble sentido financiero y político que, evidentemente, depende del primero. Se trata de una decisión de asfixiar a un órgano legal autonómico democráticamente constituido para que no pueda aplicar el programa que se le ha encomendado. Es una médida típica de burócrata, de astuto leguleyo, experto en lances sobre si las subvenciones son finalistas, graciables, discrecionales, etc. Hasta es posible que sea legal. Eso se dilucidará en la correspondiente batalla jurídica en puertas y que, probablemente, perderá la Generalitat si no es de una forma, de otra.

Pero políticamente es un dislate. Deja a las autoridades autonómicas en pleno uso de sus competencias pero les imposibilita la acción. Es decir, les facilita un discurso de persecución y martirio que tiene mucha fuerza movilizadora social. Esta puede convertirse en indignación generalizada si las restricciones financieras se hacen sentir en la vida cotidiana. Y acelerar el proceso de confrontacion si, a la vista de la asfixia del gobierno, el Parlament declara una DUI o si, las medidas incendian la calle, cosa nada absurda, vistos como están los ánimos. El País vaticina, encuesta en ristre, que el apoyo popular al independentismo sigue bajando. Aguante el diario un tanto el aliento y observe cuánta gente saldrá a la calle en la próxima Diada, preludio del referéndum que, a lo mejor, no puede realizarse por impedirlo el gobierno por la fuerza. Los avatares judiciales de las autoridades catalanas que puedan seguirse de esta confusa dinámica, añadirán más leña al fuego que para entonces ya será una hoguera en la que arderá el escaso prestigio de España como Estado de derecho, respetuoso con los de sus ciudadanos, sean de la nación que sean..

El PSOE/PSC muestra sus reservas respecto a la política de la caja aunque, como de costumbre, no propone gran cosa a cambio. Al menos, podía entender que respaldar al PP en la mano dura con el referéndum y coadyuvar a impedirlo solo deja como solución una elecciones autonómicas adelantadas en un clima de mucha conflictividad cuyo resultado puede ser aun peor para sus propósitos (sin duda muy nobles e hispánicos)  que el de un referéndum. ¿Qué haría el gobierno central con una mayoría absoluta independentista renovada, incluso ampliada?¿Intervenir de nuevo? ¿Disolver? ¿Convocar elecciones una y otra vez hasta que estos catalanes tozudamente alzados voten correctamente?

Porque supongo que a nadie se le habrá pasado por la cabeza no solamente impedir el referéndum, sino suspender las elecciones. Supongo.

Entrevista a Palinuro en "Más Poder Local"

Más Poder Local es una revista académica de comunicación política e institucional de la Asociación ALICE, que se edita en Murcia y cuyo director es Ismael Crespo. Para su número 32, dedicado a Emociones y política, me hicieron una entrevista que ahora se publica y reproduzco aquí íntegra. Es curiosa casualidad que haya coincidido con la conferencia de Cartagena. Quien la lea quizá no deba olvidar que se hizo a finales del pasado mes de marzo, lo que obliga a cierta perspectiva.

Ramón Cotarelo es Catedrático emérito de Ciencia Política y de la Administración de la Universidad Nacional de Educación a Distancia, publicista, escritor, traductor y autor del blog, Palinuro
.
Más Poder Local
Fecha de recepción: 30/3/2017 :: Fecha de aceptación: 06/04/2017
Foto: La Vanguardia

MÁS PODER LOCAL.
Más Poder Local. ISSN: 2172-0223. Número 32, Julio 2017, pp.


ENTREVISTA



Más Poder Local (MPL):
Ha sido reiterado por políticos y académicos un supuesto triunfo discursivo de la derecha, a pesar del fracaso de sus políticas. ¿Por qué triunfa el discurso de la derecha?

Ramón Cotarelo (RC):
La realidad es de derechas y carece de discurso. No hay triunfo de la derecha porque este se limita a justificar la realidad existente o mentir sobre su intención de cambiarla cuando es tan cruel e injusta que amenaza con una revolución. El triunfo y la derrota son cosa de la izquierda que alcanza aquel cuando consigue comprender y explicar la realidad, y transformarla, según recomendaba Marx en la 11ª tesis sobre Feuerbach. Si no lo hace, es derrotada. Resumiendo, no hay que buscar las razones del triunfo discursivo de la derecha, sino las de la derrota de la izquierda y estas son muchas. La fundamental, sin embargo, es la incapacidad para formular una teoría que habiendo comprendido y explicado la realidad pueda luego convertirse en práctica. Una teoría que sea un mentís a la principal conclusión del postmodernismo de la imposibilidad de un “metarrelato” dado que la realidad, según se dice, solo es comprensible fragmentariamente, con lo que esta novedad desactiva la vieja afirmación hegeliana de que “la totalidad es la verdad”. Ahora, la totalidad es la no-verdad, como decía Adorno, que se adelantó en esto a los tiempos actuales. Ese resignado abandono de la gran teoría es un retorno al irracionalismo que, llevado a sus últimas consecuencias, supone un atentado contra la verdad como parámetro cognitivo y desemboca en el reinado de la llamada posverdad. Si atribuimos a este el triunfo del discurso de la derecha, coincidiremos en que su razón es solamente el correspondiente fracaso de la izquierda. La derecha triunfa porque, al carecer la izquierda de propuestas propias, se torna realidad el cierre del TINA de Thatcher (There is no alternative)

MPL:
PODEMOS logró introducir con fuerza el concepto de “casta”, recientemente ha estrenado “trama”, ¿qué hace posible y determina el éxito de un nuevo concepto? ¿Se está limitando el debate político a una lucha por imponer “marcos”?

RC:
Ni “casta” ni “trama” han tenido éxito por su esencia contingente y falta de rigor. En cuanto a qué haga posible el “éxito” de un concepto, depende de qué se entienda por éxito. Si se entiende su funcionalidad como poder creador de teorías emancipadoras, el éxito dependerá de que alumbre líneas de investigación posteriores que sean de beneficio general. Ejemplo, el concepto de la dignidad del ser humano no es muy popular pero, sin él, no hubiera habido Renacimiento, Ilustración etc. Si se entiende su difusión social, el éxito dependerá de la capacidad metafórica del concepto y su identificación con una realidad cotidiana. Ni “casta” ni “trama” identifican la especificidad de España como lo hacen “oligarquía y caciquismo como formas de gobierno de España”, de Joaquín Costa que se traslada a nuestra época dibujando la corrupción moral de un país gobernado por delincuentes amparados por los jueces, protegidos por los militares y bendecidos por los curas. Una verdadera distopia. Lo de los marcos es inevitable, pero no pienso que sea una limitación. ¿Qué otra cosa cabe hacer sino deliberar, discutir, debatir y decidir? Y ningún debate es posible sin posiciones previas, sin las premisas personales que exigía Ayn Rand. Lo importante no es que haya marcos, pues los habrá siempre, y todo el mundo se valdrá de ellos porque muchas veces lo hace incluso inconscientemente. Lo esencial es que haya capacidad para deconstruirlos cuando nos son adversos.

MPL:
Tras la vuelta de Pedro Sánchez a la Secretaría General del PSOE ¿cree posible un entendimiento entre Podemos y PSOE?

RC:
Posible lo ha sido siempre. Pero no probable. Ahora ya se revela además como imprescindible pues los dos partidos de la izquierda suponen (correctamente o no, es otro tema) que ninguno de ellos alcanzará mayoría absoluta y ambos se necesitarán si quieren llegar al Gobierno. Y ambos parecen querer, no resignarse a ser izquierda testimonial. Se entenderán si quieren sobrevivir. No hay otro remedio. Pero, para ello, los dos sectores tendrán que soltar lastre: Podemos, el peso muerto del esclerótico comunismo anguitesco y el PSOE, la confabulación derechista de submarinos del PP en forma de “vieja guardia socialdemócrata”.

MPL:
¿Considera que hubiera sido más fácil si Errejón es tuviera al frente de PODEMOS?

RC:
Una cuestión típicamente contrafáctica. No sabemos qué hubiera pasado de suceder lo que no sucedió. A saber. Lo curioso es por qué en cambio sucedió lo que sucedió; esto es, por qué fue derrotado Errejón y, sobre todo, por qué se habla de “derrota” y hasta se asume como tal por los afectados, especialmente teniendo en cuenta que Errejón sigue en el partido cuya línea general, en principio, no comparte. El territorio en el que hay que considerar esto es el de la historia de los partidos comunistas, en donde hay un museo de muestras de este tipo de conflictos y sus variadas soluciones. A la unidad también se encaminará Iglesias por la cuenta que le trae si, después de no asaltar cielo alguno, quiere alcanzar algo de poder terrenal.

MPL:
¿Cómo ve el futuro de la izquierda en España?

RC:
Sombrío. En España no hay izquierda, sino un simulacro sin fuste ni horizonte porque, en realidad, tampoco tiene raíces. No cronológicas, que las tiene y profundas, sino teóricas. Aunque las izquierdas (socialistas y comunistas) se hayan organizado casi siempre como secciones de entes internacionales (I, II, II y media, III y IV internacionales) sus trayectorias han estado determinadas por sus culturas nacionales. No son lo mismo el Partido Laborista que la Socialdemocracia alemana, como tampoco eran lo mismo el Partido Comunista italiano y el francés. El problema de la izquierda española es que carece de esa tradición autóctona pues sus orientaciones han consistido siempre en imitar modelos exteriores. A la fecha de hoy, así sigue siendo. A falta de esa conexión con la cultura política propia (que, a su vez, también es un parcheo de imitaciones exteriores) el discurso de la izquierda española es una mezcla de tópicos y plagios. PODEMOS es una organización literalmente copiada de otras, desde el nombre del partido hasta el de su secretario general.

MPL:
¿Cree que habrá movimientos en los espacios ideológicos que cubren actualmente los cuatro principales partidos de ámbito estatal, en España?

RC:
Cabe pensar en cambios posicionales con fines mediáticos. Ideológicos, pocos. El fementido bipartidismo se ha convertido en un “bifrentismo” cuya solidez, estabilidad y permanencia están por demostrarse. En el espacio de la derecha, la relación entre el PP y C’s podría alterarse si, como es razonable esperar, la corrupción pasa factura por fin al partido del Gobierno. Pero la ideología será la misma: nacional-catolicismo aliado a neoliberalismo. El intento de C’s de aportar una perspectiva más europea tropieza con el hecho de que la capacidad teórica de los miembros de este partido es inexistente y la seguridad que transmite su líder, ilusoria. En el campo de la izquierda, el enfrentamiento no es nuevo. PODEMOS ha tomado el lugar de la vieja IU, incorporando también al Partido Comunista y esta izquierda no es nueva ni sabe cómo serlo. Lo que ha hecho ha sido beneficiarse de la crisis del PSOE para invertir la proporción tradicional en la izquierda española entre socialistas y comunistas. Y no lo ha conseguido. Sobre todo porque, el ave fénix del PSOE ha renacido. Pero ese renacimiento tampoco es garantía alguna de que haya movimiento perceptible de tipo ideológico. Sánchez asegura estar en la izquierda, pero la afirmación, de momento, no es sino una promesa y más bien propia de la polémica de los universales.

MPL:
Un aspecto al que ha dedicado numerosos análisis es a la cuestión catalana. Más allá de los debates históricos, jurídicos, políticos y económicos, los cuales aborda con
profundidad en su libro, "La República catalana", ¿dónde considera que está el fallo comunicativo por parte del Gobierno de España?

RC:
En su incapacidad para revertir la obra de destrucción de España como nación que hizo el franquismo. No solo no la ha revertido, sino que la ha continuado a base de evitar ajustar cuentas con la herencia de la dictadura, de la que sus miembros son los herederos y directos responsables. ¿Fallo de comunicación? ¿Qué le parece que el Rey actual –capitoste y símbolo de la derecha por antonomasia– haya tardado 40 años en reconocer que el franquismo fue una dictadura pero siga sin condenarla explícitamente? El fallo de comunicación es que ni entiende el país que quiere gobernar y sobre el que quiere reinar. Si algo fue la Transición fue un pacto implícito de mutuas cesiones. Las izquierdas renunciaban a sus símbolos y hasta objetivos estratégicos y las derechas se comprometían a no volver a las andadas de la dictadura nacional-católica, a civilizarse y europeizarse. Las izquierdas cumplieron (al precio de una crisis ideológica que todavía arrastran) pero las derechas, no. El triunfo por mayoría absoluta del PP fue una verdadera restauración de franquismo, un neofranquismo indisimulado que ha roto todos los diques del pacto y literalmente ha provocado en Cataluña el incendio del independentismo. En resumen el fallo de comunicación está en que el Gobierno, no siendo demócrata, sino franquista, no entiende que la comunicación es legitimación. Para él, la legitimación es el ordeno y mando y la “españolización de los niños catalanes”. Y el resultado ha sido que un Gobierno deslegitimado por su carácter corrupto y presuntamente delictivo de su partido, carece de toda autoridad moral para enfrentarse a las reivindicaciones independentistas. Que un Gobierno con un presidente citado como testigo en un proceso penal y más de 900 cargos de su partido penalmente imputados, pida a los catalanes que cumplan la ley cuando el primero que no lo hace es él es más que un fallo de comunicación. Es un fallo de conciencia y temple moral. Es una prueba de incompetencia y culpabilidad.

MPL:
Cambiando de hemisferio, las pasadas presidenciales argentinas, la crisis en Brasil y Venezuela, y el proceso generalizado de ralentización económica, parecía apuntar a un cambio de rumbo ideológico en el Cono Sur. Sin embargo, parece que estos cambios no terminan de cristalizar. ¿Hacia dónde cree que apunta el futuro político en América Latina? ¿Verdaderamente estamos ante un cambio de rumbo, como se presagiaba hace apenas un par de años?

RC:
No lo sé. América Latina lleva más de doscientos años anunciando cambios políticos, pero la realidad es que el continente (todo él, también el norte) no se ha movido políticamente ni un milímetro en ese periodo, al menos en comparación con Europa. Los mismos países, los mismos regímenes con cambios alternantes entre autoritarismo y seudodemocracias del Sur, excepción hecha de alguna extravagancia como el Imperio del Brasil o el de Maximiliano en México. Más o menos los mismos partidos y las mismas relaciones entre la Iglesia y los Estados. En el Norte, nada de cambios, salvo que se llame cambio al desbarajuste de México. América no ha cambiado nada en doscientos años, ni siquiera en sus esporádicas revoluciones (mexicana, nicaragüense, Arbenz en Guatemala, Cuba, Allende en Chile, etc.) o ideologías peculiares, como el populismo, el laborismo de Vargas, el justicialismo, el aprismo, etc. Si comparamos esta balsa de aceite con Europa, en donde en doscientos años ha habido todo tipo de cambios, han aparecido y desaparecido Estados, partidos, movimientos, revoluciones, etc., y nada es como era cinco años antes, la diferencia es abrumadora. Hablar de cambios en América desde Europa resulta, por lo menos, paradójico.

MPL:
Sabemos que a Palinuro le apasiona el arte ¿Qué obra le inspira más?

RC:
Todas pero en especial, el arte de la Antigüedad clásica (Grecia), el Renacimiento flamenco e italiano y el romanticismo europeo con inclusión de las vanguardias. Del clasicismo, el siglo de Pericles, toda la escultura y el teatro, muy especialmente La Orestiada (Esquilo) y Antígona (Sófocles). Creo que ambas, sobre todo Antígona, debieran ser lectura obligada en la carrera de Políticas. Y, por supuesto, la rquitectura. La pintura flamenca prerrenacentista y renacentista prácticamente sin limitación, desde Holbein el viejo hasta Breughel, pasando por Vermeer, Bouts, Bosco, Teniers, Eyck, etc., y el absoluto maestro, Durero. Del Renacimiento italiano, todo, absolutamente todo: escultura, pintura, arquitectura, literatura, música, teatro y hasta ensayo que, en parte, adquirió formas artísticas en Pico della Mirandola o Baltasar Castiglione. Del Renacimiento arrastro un gusto muy afín con el manierismo y confieso ser admirador incondicional del Parmigianino, (a cuyo lado, Escher tiene poco que hacer) en su autorretrato en un espejo cóncavo. Una genialidad. Y Caravaggio, el pintor que inspiró el tenebrismo español. Monteverdi, Buonarroti, Rafael, Da Vinci, Bramante, Giorgione, Tiziano, Donatello, Torcuatto Tasso. La gloria del espíritu humano. Del Romanticismo me quedo también con todo, pero muy especialmente con la novela histórica estilo Walter Scott, que recuerda otro género del que también soy admirador, rendido: la literatura caballeresca de la que se burla Cervantes y, muy en concreto, el ciclo artúrico, por el que siento pasión. Se añade la literatura gótica (Walpole y otros) el teatro de Victor Hugo, la pintura y la poesía simbolistas, la música de Beethoven, Schubert y Mahler, las vanguardias, todas las vanguardias, en donde el arte se funde con la política: el prerrafaelismo, los nazarenos, el impresionismo, expresionismo, surrealismo, dadaísmo, futurismo, constructivismo, vorticismo, cubismo, abstracto, etc. Me alargo a la cultura austriaca/vienesa de fin del XIX, primeros del XX: Kafka, Musil y Proust son los pilares de la literatura contemporánea. Su resultado más brillante y el autor quizá más fascinante del XX, Faulkner. Si tengo que elegir por individuos: en escultura, Rodin; en arquitectura Le Corbusier; en pintura, Dalí;en literatura, Thomas Mann; en música, Stravinsky. Por supuesto, muy abierto e interesado por las novísimas corrientes del ciberpunk y arte digital.

MPL:
Finalmente, nos gustaría conocer acerca de tus preferencias en cuanto a series y películas de temática política.

RC:
No sé nada de series porque no veo la TV jamás. En cuanto a cine, la lista sería interminable, desde Nacimiento de una nación (Griffith) hasta cualquiera de las de hoy, como Trumbo (Jay Roach), por ejemplo. Hay películas políticas inolvidables de muy diferentes condiciones: Metrópolis, de Fritz Lang, La voluntad de poder (Leni Riefensthal), Roma, ciudad abierta (Roberto Rossellini), Viridiana (Luis Buñuel), Tierra y libertad (Ken Loach), etc. Precisamente estoy escribiendo un ensayo por encargo sobre Todos los hombres del presidente (Alan J. Pakula), un film típicamente político que ha sido como un resumen de la sociedad mediática y el poder de los medios. En esa línea, en cierto modo, una réplica a Ciudadano Kane (Orson Welles). Incluyo, además, la observación de que no se agota la cosa en la temática política, ya que prácticamente todo el cine es tremendamente político, aunque los filmes concretos parezcan alejados. Por ejemplo, dos películas que encuentro fascinantes (también políticamente) pero que no son de “temática política”: Jules et Jim y Los 400 golpes (ambas de Truffaut), como política es, por ejemplo, Memorias de África (Sydney Pollack) y, desde luego (aunque en otro sentido), ñordas como Sissi emperatriz (Ernst Marischka) o Raza (José Luis Sáenz de Heredia) y exitazos aparentemente alejados, por ejemplo, algunos films de John Ford (El hombre que mató a Liberty Valance) o Grupo salvaje (Sam Peckinpah). El cine es el arte político por excelencia y el que ha caracterizado el siglo XX. No obstante, si se me obliga a mencionar un director y una obra en concreto: Costa Gavras y Z una película absolutamente simbólica de un tiempo, una sociedad y un sentido revolucionario de la existencia. Más cercanos, ciertas distopías, como Soylent Green (Richard Fleischer) y Blade Runner (Ridley Scott).

Más Poder Local. ISSN: 2172-0223. Número 32, Julio 2017, pp.28-32.
 

divendres, 21 de juliol del 2017

De entradas y salidas

O de salidas y entradas, pues el orden de los factores no altera el producto final de la ponzoña y la corrupción del reino.

Salida de Blesa, al más puro estilo del teatro de fines del XIX, el subgénero llamado "drama de pistola". La adaptación española, siempre más montaraz, podría llamarse "drama de escopeta". El de pistola es típico del teatro burgués, estilo Ibsen o Strindberg o Chejov o Tennessee Williams, más reciente. En España, en donde la burguesía apenas existe, el drama va más de nobles, caciques, señoritos y oligarcas, todos ellos aficionados a la caza. En las dos vertientes, el personaje conflictivo salía de escena en el desenlace y, a continuación, se oía un disparo. Y Blesa ya es historia. Su vida fue tan lamentable que hasta la muerte le pareció una opción mejor. Y eso de creer el resultado de una autopsia hecha a la carrera y una incineración que más parece haber sido producida por un rayo.

Leo que la muerte pone a salvo el supuestamente ilegal patrimonio de Blesa. Imagino que no es así. La muerte extingue la responsabilidad penal, pero no la civil, si la hay. Otra cuestión es si existe una voluntad de ir tras ese patrimonio como la hay, parece, de ir contra el de los independentistas. Pero de esto, más abajo.

Blesa no actuó solo. Sus cómplices supérstites siguen encausados. Además, no se nombró a sí mismo para el cargo desde el que perpetró los presuntos delitos. Lo nombró Aznar porque era amigo suyo y lo mantuvo años en el cargo que aquel ejerció a satisfacción del presidente y para holgura económica de su fundación FAES, de la fundación "Nación y libertad", de Aguirre y, en general, del PP. Todos ellos deben dar explicaciones públicas de estos enredos aparentemente criminales.

La entrada corresponde a la Guardia Civil (GC) en el Parlament, el Palau y una conselleria. Sin duda, la GC no actúa por su cuenta, sino a las órdenes de la autoridad civil, judicial, y se ha presentado en los tres puntos con un mandato expreso, aunque no esté totalmente claro en todos los casos. No se cuestiona aquí la pertinencia de la operación, sino su cronología e impacto mediático. Por su contenido, este registro sin duda es tan pertinente como el que el juez ordenó hacer en su día en la sede del PP en la c/ Génova. Con una diferencia: en el registro al PP, este llevaba meses incumpliendo los autos del juez y desoyendo sus peticiones de aportación de pruebas mientras que, en el caso catalán, esta es la primera actuación que se registra. Y en un procedimiento, el del 3%, que lleva más de tres años en marcha.

Es decir, la entrada de la GC está calculada por su efecto mediático, su impacto en una opinión pública catalana y española muy sensibilizadas. Un efecto para tapar el terremoto que ha sido el documental sobre las cloacas de Interior en el que quedan claras muchas cosas oscuras, especialmente dos: a) que el ministerio del Interior tenía (¿tiene?) una policía política encargada de fabricar pruebas para criminalizar a adversarios políticos. b) que Rajoy lo sabía.

Para tapar eso no basta con enviar dos docenas de guardias civiles, algunos enmascarados, como en los mejores tiempos de ETA. En el punto en el que estamos, así no se amenaza ni se atemoriza. La "Operación Cataluña" de Interior acabará en los tribunales. Tiene que ser porque ningún Estado civilizado puede sobrevivir si las fuerzas de seguridad delinquen.

Y sus máximos responsables políticos. Esa monstruosa intención de ir contra los patrimonios personales y familiares de los responsables independentistas es inmoral y probablemente delictiva. La decisión del Tribunal de Cuentas la firma Margarita Mariscal de Gante, exministra de Justicia de Aznar e hija de un magistrado del Tribunal del Orden Público de la dictadura. La locura de estos irresponsables llega al extremo de prohibir que, en caso de ser multados, los procesados puedan recurrir a la solidaridad colectiva. Han de pagar con sus patrimonios, los de sus hijos y nietos.

Y esto lo preteden quienes han aprobado una amnistía fiscal ilegal para sus amiguetes y ellos mismos por valor de cientos de millones de € y contra cuyo patrimonio habrá que proceder. Los miembros de un gobierno y un partido que han malversado y estafado otros cientos de millones del erario cobrando sobresueldos de la caja B, licitando obra pública fraudulenta, malversando caudales públicos. Si vamos contra el patrimonio personal y familiar, aunque no tenga nada que ver con la naturaleza del delito, con ánimo confiscatorio, va a resultar que el PP es de verdad el partido de los pobres.

Es asombroso que nadie denuncie esta persecución arbitraria por razones políticas contra el independentismo catalán, en la que se emplea todo el ordenamiento jurídico y parte (por ahora) de las fuerzas de seguridad. Realmente, la responsabilidad de las izquierdas españolas por inacción e incompetencia es pavorosa. Al no comprender la cuestión catalana que, en el fondo, es una revolución y por eso no la comprenden, cada vez es más irrelevante en Cataluña. Y, precisamente por ello, también es cada vez más irrelevante en el Estado. ¿Por qué? Porque todavía no ha entendido que, sin Cataluña,  no llegará jamás al poder. 

El problema es que ese apoyo tiene el precio del referéndum. Pero, ¿qué menos pueden pedir unos independentistas a un partido, el PSOE, que lideró la última reforma del Estatuto pero, al final dejó a todos en la estacada, incluso al PSC y permitió que la derecha triturara la reforma y hasta la ayudó a hacerlo? 

Ahora piden los socialistas volver al Estatuto de 2006, el triturado. Pero eso es anacrónico. Ahora toca referéndum. En el entendimiento de que, de no celebrarse, mañana también puede ser anacrónico si se declara una DUI.

Hoy, Palinuro en Cartagena

A un curso de la Universidad Internacional del Mar, de la Universidad de Murcia sobre el muy amplio tema de Retos del Sistema Político Español y en el cual se tratarán diversos temas desde perspectivas académicas y (sin duda) políticas distintas, desde los aspectos jurídicos de la investidura de gobierno hasta talleres de liderazgo político o seminarios sobre la corrupción. Todo un vergel. Por fortuna, cuenta con unos participantes de mucho nivel, de forma que el éxito está garantizado. La intervención de Palinuro, probablemente el que más desmerezca, a las 09:45 versará sobre la política de la postverdad, un curioso, aunque no muy reciente, fenómeno que hoy se hace patente. Doy una pista: en ella se relaciona la posverdad con la burbuja inmobiliaria y el saqueo de España.

El lugar es el salón de Actos Isaac Peral. Facultad de Ciencias de la Empresa. UPCT. C/ Real, 3. Cartagena.

dijous, 20 de juliol del 2017

España, paraíso fiscal

Y no solo paraíso fiscal, sino lavadero de dinero negro, punto de transacciones opacas, centro de redes clientelares relacionadas con el crimen organizado, si es que no lo son ellas mismas, bolsa de la especulación y lugar de caza de fondos buitres. Basta con recordar que sigue siendo el país que dobla la media en la UE de billetes de 500 €, esos que el BCE quiere retirar de la circulación porque son un instrumento para actividades ilegales.

Para lo más ilegal ya tienen los otros paraísos fiscales, Panamá, Delaware, Caimán, etc. Muchos de ellos no lo necesitan porque la legalidad les permite "optimizar sus obligaciones fiscales", cosa que no tiene nada en común con los vulgares fraudes. Las SICAV, como los fondos de inversión, son artistas de tales ingenierías. 

Otros no precisan de paraísos allende los mares, ni ingeniería fiscal. Es el caso de la Iglesia católica, que no defrauda a Hacienda porque no tiene nada que pagar, al estar exenta de todos los impuestos. Además, puede apropiarse bienes públicos sin tasa a precios irrisorios, con lo cual ahorra mucho de los miles de millones que el Estado (o sea, los contribuyentes) le asigna anualmente. Con esos ahorros pueden los curas difundir la palabra del Señor desde medios audiovisuales caracterizados por la dulzura de su mensaje cristiano. Es de esperar que, en algún momento, la Iglesia explique a la ciudadanía por qué da a Dios lo que es del César. Será quizá cuando se recuerde que la revolución francesa se produjo porque la gente estaba harta de pagar impuestos mientras los nobles y los curas no lo hacían. Como aquí.

Cuando se destapan asuntos de corrupción (prácticamente todos los días) se descubren historias inverosímiles, relaciones peligrosas, tipos nauseabundos, complicidades oscuras. Algunos casos son tan perversos que meten miedo, como el de las cloacas de Interior. Otros parecen más de un hampa con ínfulas de señores, como el de Blesa. Y otros conectan directamente la corrupción con el fenómeno de masas más característico de los siglos XX y XXI. Los tres tienen en común esquilmar los dineros públicos de los que debieran rendir cuentas minuciosas. Uno para fabricar pruebas falsas contra los adversarios políticos; otro para ir a cazar hipopótamos; y el otro, para  darse la vida padre e hijo.

Las cloacas de Interior son la típica ocurrencia de quien redactó esa infame Ley Mordaza, que sigue sin ser derogada, gracias a la inutilidad de la izquierda (la mitad de ella, muy vociferante) y quien condecora estatuas de la virgen. Es evidente que el hombre no está enteramente en sus cabales y es un sectario y un fanático. O sea, un orate. Una persona así es un peligro público y si, además es el responsable de la seguridad colectiva, el peligro puede materializarse de cualquier modo, por repugnante y delictivo que sea.

La historia de Blesa, que ahora queda judicialmente concluida, ya solo interesará por sus facetas humanas, si las hay. Desde el punto de vista político, su suicidio interpela directamente a Aznar que fue quien lo puso al frente de Caja Madrid y lo mantuvo, al tiempo que obtenía diversos tipos de contrapartidas. Todo como prueba de su fabulosa capacidad para dar con los más ladrones e inútiles en los puestos de mando: Rato, Blesa, Rajoy.

El caso de Villar no me inspira nada, pues ignoro todo del fútbol. Supongo que el presidente de los sobresueldos, fervoroso hincha, hará las correspondientes y profundas reflexiones sobre este nuevo caso aislado que le toca de lleno en su más cara afición y deja muy claro el desprecio de estos sinvergüenzas por los intereses del común.

En esta situación es un verdadero sarcasmo que el Tribunal de Cuentas inicie un procedimiento para ir contra el patrimonio de tres dirigentes independentistas de la Generalitat. Ese tribunal tiene entre sus miembros a una ex-ministra de Aznar, un hermano del mismo Aznar y un cuñado o cuñada de algún otro mando del PP. Una desvergüenza alucinante. Un tribunal que, como el Constitucional o la Audiencia Nacional, son nidos de corruptos y vendidos al poder. Eso explica que en lugar de abrir diligencias para que la sarta de ladrones del PP devuelva los cientos y miles de millones que ha defraudado, malversado o desviado, se apreste a avalar una injusticia clamorosa que puede provocar un conflicto mayor en Cataluña. 

Mañana, Palinuro en Cartagena

A un curso de la Universidad Internacional del Mar, de la Universidad de Murcia sobre el muy amplio tema de Retos del Sistema Político Español y en el cual se tratarán diversos temas desde perspectivas académicas y (sin duda) políticas distintas, desde los aspectos jurídicos de la investidura de gobierno hasta talleres de liderazgo político o seminarios sobre la corrupción. Todo un vergel. Por fortuna, cuenta con unos participantes de mucho nivel, de forma que el éxito está garantizado. La intervención de Palinuro a las 09:45 versará sobre la política de la postverdad, un curioso, aunque no muy reciente, fenómeno que hoy se hace patente. El lugar es el salón de Actos Isaac Peral. Facultad de Ciencias de la Empresa. UPCT. C/ Real, 3. Cartagena.

dimecres, 19 de juliol del 2017

No hay manera

En menos de 24 horas, el acuerdo de la izquierda sufre su primer revés, roce, lo llama la prensa prudentemente, como el que no cede el paso en la puerta; aunque aquí parece tratarse del que se adelanta. Están los dos aliados mirándose de reojo y buscándose las vueltas. Harían bien en establecer unos protocolos de actuación para evitar los roces o desacuerdos y ser menoss quisquillosos.

Sobre todo porque ese rifirrafe continuo desmerece de las firmes declaraciones ideológicas y estratégicas. Dice Montero que la prioridad es echar a Rajoy de La Moncloa y al PP del gobierno. Pero, por lo que hacen, más parece que esa tarea la cumplirán antes los jueces mandando al grueso del partido entre rejas.

La detención del baranda del fútbol por un presunto delito prevaricación no es un hecho insólito, sino lo normal. No hay sector de actividad económica (deportiva, empresarial, cultural, bancaria) que esté en relación con el poder político y no haga negocio con la corrupción de este. Está todo igual de podrido en este sistema de capitalismo de captura del Estado.

Quien haya visto el documental sobre las cloacas de Interior sabe que esa corrupción afecta a todas las áreas del gobierno, singularmente el ministerio del Interior, en donde parece haberse montado una policía política con fines claramente delictivos.

Un gobierno que tiene o ha tenido ministros reprobados, acusados o investigados, que tiene dirigentes de todo tipo en la cárcel y cuyo presidente está pendiente de declaración como testigo en un proceso por corrupción de su partido, del que ha sido todo: tesorero, secretario general y presidente, carece de toda autoridad moral para enfrentarse a la reivindicación independentista. Carece de toda legitimidad para exigir a los independentistas que acaten la ley cuando el primero que no lo hace es él mismo; ni como órgano ni personalizadamente.

La lentitud y el zascandileo habitual de las izquierdas, pasa ahora a ser irresponsable, puesto que deja en manos de esta derecha neofranquista la cuestión catalana. Hay quien dice que, en realidad, es un efecto querido. La izquierda prefiere que sea la derecha quien reprima el independentismo catalán, quedando ella así exonerada. Como Poncio Pilatos. Habrá gente así, seguramente, pero entiendo que la mayoría acusa más bien un sentimiento de frustración: no haber sido capaz de proponer una solución negociada admisible por ambas partes. Esa conciencia de fracaso no le permite exonerarse, sino que la convierte en el furgón de cola del PP en Cataluña.

Y todo para comprobar que también es el furgón de los fracasados, tanto si el referéndum se celebra como si consiguen impedirlo. 

La izquierda busca una nación

Aquí mi artículo en elMón.cat. Va de lo que dice el título, de esa idea de reprochar a los independentistas la trampa que hacen de enfrentarse al Estado español diciendo que lo hacen al gobierno. Está claro, este gobierno es inaceptable desde todos los puntos de vista en una sociedad democrática. Pero, se dice, el gobierno no es el Estado. Dejad que caiga el gobierno, bien porque pierda una moción de censura o unas elecciones y veréis que España es un gran país con el que cabe entenderse. O sea, de referéndum, nada. De independencia, menos.

El artículo disiente. La versión en castellano:

El Estado y el gobierno

El argumento más poderoso del sector unionista, el menos falaz y sofista, es el que insiste en diferenciar entre Estado y gobierno. Es el más poderoso no por lo que dice, (auténtica trivialidad), sino por lo que implica. Según él el actual gobierno de España (un órgano corrupto, sostenido por un partido de presuntos delincuentes, que ha destrozado el Estado de derecho) no es el Estado en sí, sino una forma pasajera. Cuando haya elecciones, podrá haber un gobierno decente, que haga justicia al carácter democrático y abierto de la sociedad y el Estado españoles.

Es decir, el independentismo es una opción errónea, precipitada, que se basa, ella sí, en una falacia: la de identificar un gobierno de presuntos ladrones neofranquistas corruptos y nacional-católicos con el Estado español. Trata de aprovechar esta lamentable y contingente identidad entre policías y ladrones para hacer apresurada tabla rasa y tirar el niño con el agua sucia.

El argumento es una llamada a la paciencia y la esperanza del independentismo. Esperaos, viene a decir, a que haya un cambio de tendencia en la opinión española, a que haya un gobierno respetuoso con el sentir democrático y el imperio de la ley, y el Estado español permitirá su reforma profunda para acomodar las pretensiones catalanas, por ejemplo, en forma de un generoso federalismo, que es la vía elegida mayoritariamente por las izquierdas españolas, aunque no por las catalanas.
Invitar a la paciencia y la esperanza y tachar, de paso, a los independentistas de demagogos, precipitados, aventureros, radicales, etc., permite sentar plaza de persona ecuánime. También permite nada y guardar la ropa aunque sea posible que, al final, no se nade y la ropa se pierda.

Ese argumento coincide con un tímido rearme moral de un nacionalismo español de izquierdas. Hace unos días, más de 200 personas de ese ámbito, más o menos del comunismo catalán rechazaba el referéndum del 1/10 por falta de garantías democráticas. Escriben lo que predica su correspondiente organización, los Comunes, que no aceptan el referéndum, pero levantan constancia de su carácter movilizador. A continuación, proponen trabajar por un “verdadero” referéndum a partir del 2 de octubre. Lo dicen Domènech e Iglesias. No es una tomadura de pelo. Es simplemente que no dan para más.
Tratando de evitar este ridículo, el sector errejonista de Podemos alienta también la misma esperanza de un Estado español de derecho, democrático, avanzado, justo, respetuoso con las naciones que lo integran cuando los progresistas ganen las elecciones. Un Estado del que hay que estar orgulloso, una verdadera patria de todos los españoles, a la que los catalanes querrán adherirse de mil amores, abandonando los “delirios separatistas”, como dice el presidente de la Gürtel, los sobresueldos, y el “sé fuerte, Luis”.

La idea es siempre la misma: deponed vuestra actitud separatista porque todavía podemos hacer muchas cosas justas con un Estado español libre de neofranquistas, capaz de reformarse constitucionalmente y de atender con equidad las reivindicaciones de las naciones no españolas.

Mentira.

No hay nada, absolutamente nada en la experiencia de los último 300 años que permita abrigar esa esperanza en las relaciones entre Cataluña y España. Quien lo sostenga no actúa de buena fe o es un ignorante imperdonable.

No hace falta trabajar mucho para concluir que, si el poder político, el gobierno, cae en manos de la derecha (como lo está desde hace seis años por la incapacidad –también teñida de corrupción- de la izquierda) el Estado será represivo, antidemocrático, centralista, catalanófobo, injusto, cruel con los sectores más desfavorecidos y gestionado por ladrones.

¿Y si gobierna la izquierda, como hizo en 1982/1996 y 2004/2011? Pues lo mismo con algunos retoques cosméticos. Cierto, durante los mandatos de González y Zapatero se tocaron algunos puntos importantes de carácter social e ideológico. Pero la estructura del Estado del antiguo régimen siguió intacta: centralismo, caciquismo, oligarquía, iglesia depredadora, empresarios ineptos y corruptos, poder judicial vendido, medios de comunicación comprados, administración venal, injusticia sangrante en la distribución territorial de los recursos. NI siquiera se depuró el aparato represivo de la dictadura ni se hizo justicia con sus víctimas. 20 años tuvieron los socialistas para imponer en España la fórmula federal que hoy presentan como panacea y de la que, en realidad, no tienen ni idea.

Al margen de que esta oferta federal resulte ya lamentablemente anacrónica, es llamativo cómo el nacionalismo español (incluso este de la “Patria a la izquierda”) desconoce su íntima fibra autoritaria. Ni se les ocurre que, como están las cosas, el federalismo solo podría ser producto de un voluntad libre de entidades soberanas e independientes y no impuesto por el esclarecido regeneracionismo de una izquierda incapaz de reconocer que España tiene siempre los gobiernos que su fallido Estado le permite, sean de derechas o de izquierdas, federales o centralistas. La prueba es que al actual impulso independentista se generó y creció durante el mandato de uno de los presidentes más ineptos de la historia: Rodríguez Zapatero, “federalista” del PSOE.

Porque el problema es el Estado español, y pedir esperanza en que cambie alguna vez es jugar de mala fe.

El Estado cloaca


Este documental sobre La cloacas de Interior, emitido anoche por la TV catalana, TV3, es definitivo para saber qué calaña de sujetos está al mando del gobierno y, por extensión, del Estado. No se ha podido ver en ninguna TV española y, en cuanto a la vasca, ETB, que anunció su emisión, finalmente no lo ha hecho por razones fáciles de imaginar. Es un documento tremendo. Desde el primer momento, los dos sujetos grabados mientras hablan, el ministro y el jefe de la oficina antifraude en Cataluña, Daniel de Alfonso, dejan claro que Rajoy está al corriente de lo que traman.


Merece la pena verlo. Esta versión está en castellano.

dimarts, 18 de juliol del 2017

La izquierda se tantea

Entre otras cosas, la izquierda española es lenta. Ha pasado casi año y medio desde aquella aciaga votación de no-investidura de Sánchez por el voto contrario de Podemos y algo más de un año desde que las subsiguientes elecciones de junio de 2016 demostraran que aquel voto en contra había sido un tiro en el propio pie. Y eso suponiendo que  estuviera animado del sincero deseo de conseguir el sorpasso y no fuera una maniobra para garantizar el gobierno de la derecha. La metedura de pata propició la semirrebelión del ala socialdemócrata concluida en Vista Alegre II con el triunfo del ala bolchevique que ahora se ve obligada a pactar con quien menos puede digerir. Entre tanto, un año.

Un año de gobierno desaforado del PP que alterna sus jornadas procesales con las declamatorias. Un año de desgobierno económico más, anegado por la corrupción. Un año con los independentistas catalanes en rampa de salida.

En efecto, la izquierda española es lenta. Pero hay que ser optimistas. Por lo menos, las dos izquierdas se han sentado a hablar y han acordado algo muy puesto en razón, algo que era obvio desde el primer momento: la izquierda coordina su acción, se une, para desalojar democrática, parlamentariamente al PP. En esa unidad de acción pueden aparcar razonablemente la cuestión catalana, pues no están de acuerdo en ella. Un sector del gobierno sería partidario de pactar un referéndum y el otro, no. Asunto distinto es si cabe tal aparcamiento dadas las urgencias del momento. En todo lo demás podría gobernar, cosa que empieza a ser angustiosamente necesaria, como lo era hace un año.

El problema es que la izquierda no puede llegar al gobierno si no es mediante una moción de censura para la que necesita los votos de los indepes catalanes y, aun así, también los de 2 de Bildu y el de Coalición Canaria. Que el PNV se sumara es más que dudoso, pues han negociado los presupuestos con el gobierno. Pero quizá se abstenga algún diputado; o los cinco.

Resulta entonces que la posibilidad de la izquierda de llegar al gobierno a implementar el programa acordado depende de la única cuestión que han decidido dejar fuera del acuerdo. La posición de Podemos es conocida: favorables al referéndum pactado (con campaña por el "no" a la independencia), pero no a su celebración unilateral (excepto los anticapis). Y esto ya les valió los votos de ERC (no del PDeCat) a su moción de censura.

Queda por ver la oferta del PSOE, salida de la reciente reunión con el PSC, que se presenta como novedosa alternativa al autismo del gobierno. En totum revolutum parece ser: plurinacionalidad, nación cultural, federalismo, recuperación del Estatuto de 2006, revisión en profundidad del sistema de financiación, quita de deuda y así, sin duda, hasta dar respuesta a 44 de las 46 famosas peticiones de Puigdemont. Quedan fuera el pacto fiscal y el referéndum.

A primera vista no parecen ser ofertas tentadoras para que los indepes suspendan su hoja de ruta. Además de irrelevantes para la cuestión de fondo que aquí se dilucida (el derecho de autodeterminación) son imprecisas y muchas de ellas inverosímiles, pues dependen de imponderables, como que la derecha acepte una reforma de la Constitución.

La confrontación toma rasgos cada vez más amenazadores. Ya están en juego las fuerzas de seguridad. La entrada de la Guardia Civil en el Teatro Nacional de Catalunya es uno de esos actos que algún majadero de los que parecen llevar un micrófono de corbata, llamará de "normalidad democrática", es un paso más en la dinámica de acción-reacción. Los de la CUP han enviado una declaración colectiva al juez, identificándose personalmente como cooperadores necesarios en el referéndum.

La sustitución del director de los Mossos d’Esquadra, Batlle, por el independentista Pere Soler sigue en la misma dirección. Permite entrever un futuro inmediato de conflictos con cuestiones referentes a la obediencia debida, fácilmente traducibles en actos de desobediencia institucional. De ahí al procesamiento e inhabilitación de los dirigentes catalanes no hay más que un paso. Pero puede ser un paso en falso si las autoridades se niegan a acatar las medidas que contra ellas se tomen, planteando una cuestión de legitimidad que, es de suponer, tendrá mucho respaldo social.

No se ve cómo será posible evitar el art. 155 e, incluso, medidas excepcionales más concretas y, para darles eficacia, el despliegue de una fuerza pública superior a los Mossos que no puede ser otra que la Guardia Civil.

Llegados a este punto, o escenario, ¿no es más prudente pactar un referéndum, defender pacíficamente las convicciones propias y atenerse al resultado?

Mientras no haya una solución a Cataluña, el gobierno de la izquierda no pasará de ser oposición coordinada a un gobierno del PP que, según se ve, actúa como cuando disponía de mayoría absoluta.

dilluns, 17 de juliol del 2017

Todo tiene un precio

He leído comentarios encendidos sobre la decisión del Consistorio de Guadalajara de cobrar por la exhumación de Timoteo Mendieta. Tachan a los ediles del PP –los firmantes del recibo- de “ratas”. Es una injusticia. No creo que haya o haya habido rata alguna capaz de hacer con una semejante lo que los regidores municipales han hecho con Timoteo Mendieta. Ni rata, ni roedor, ni mamífero alguno, a excepción del hombre.

Por eso, el gesto del gobierno de la vara no es comparable a nada, salvo a sí mismo. Es un gesto de hombre. De homo sapiens, que dice regirse por la norma de oro de la moral de “no hagas a los demás lo que no quieres que te hagan a ti”. Tres veces se ha manifestado el mismo espíritu cainita a lo largo de las generaciones: una, cuando asesinaron a Timoteo; dos, cuando silenciaron su memoria; tres, cuando se penaliza su exhumación.

Los autores de las tres monstruosidades no son físicamente los mismos. Sí lo son política y moralmente.

Extrapolaciones peligrosas

Todo lo venezolano está sobredimensionado en la esfera pública. A veces hasta el hartazgo. Alguien podía inventar un meme parecido al de la Ley de Godwin, sustituyendo a Hitler por Maduro y a los bolivarianos por los nazis. Lo de Venezuela aburre.

Pero, a veces, la que llaman “octava isla canaria”, da sorpresas que descolocan al tertuliano más avezado en venezuelogía. Por ejemplo esa consulta ilegal de la oposición sobre la nueva asamblea constituyente que quiere Maduro y sus adversarios consideran un golpe de Estado para huir de las elecciones que ellos propugnan. O sea, para entendernos en la Península, un referéndum ilegal, unilateral y sin garantías. En Venezuela.

¿Y qué sucede? Que los tertulianos, columnistas y opinadores de partido (que son prácticamente todos) no saben qué decir. No es posible extrapolar la situación venezolana a España. Ni a ningún otro lugar, sospecho. Los malos de allí no coinciden con los de aquí.

Las derechas radicalmente antibolivarianas tienen que explicar por qué apoyan allende el océano una consulta ilegal que aquí prohíben. Su única salida es embarcarse en tediosas discusiones sobre si la legalidad de aquí es mejor que la de allí, algo perfectamente opinable en ambos sentidos y, por tanto, inútil. Y eso sin contar que el espíritu de obediencia a la ley de la derecha la lleva a postular la del cristiano a la ley aunque sea injusta, porque todo poder viene de Dios, al decir de San Pablo en la epístola a los romanos. Sin embargo se matiza que no hay deber de obediencia a la ley que se opone a la de Dios. Y ya estamos donde siempre: a cristazos. O a tiros.

Las izquierdas probolivarianas tienen a su vez que explicar por qué apoyan un gobierno que se opone, ignora e (imagino) considera ilegal una consulta referendaria igual a la que proponen para Cataluña. Solo puede hacerse recurriendo al mismo truco ad hominem de la derecha: la consulta referendaria catalana es una muestra de iniciativa popular y democrática, mientras que la venezolana es una provocación más y un intento de fracturar el país y acabar con la revolución y el socialismo del siglo XXI. Es muy posible. En realidad eso es lo que piensa la derecha española sobre el referéndum catalán. La izquierda tiene que admitir el derecho de los ciudadanos a realizar referéndums, con independencia de que los fines que persigan los organizadores le parezcan abominables. 

Y lo mismo puede decirse de la derecha. El referéndum venezolano no será extrapolable a España mientras los dos bloques derecha/izquierda sigan sin respetar al adversario político y sin reconocerle la dignidad que le corresponde. 

Y eso es, básicamente, falta de espíritu democrático.

diumenge, 16 de juliol del 2017

Adivinen de qué va

Muy interesante la entrevista con Íñigo Errejón en El País. Por el titular se ve que el sentido común es noticia. Que solo habrá gobiernos progresistas si Podemos y el PSOE se entienden es la evidencia misma, no un descubrimiento. Era la evidencia misma desde el origen de Podemos. Se llamaba por entonces unión o unidad o alianza de la izquierda. Si algo tan obvio no se ha producido es porque los del sorpasso (todos en el partido de Errejón) querían probar fortuna. Muy legítimo a la par que inútil; incluso contraproducente porque, al no gobernar la izquierda, lo hace esa derecha que el propio Errejón considera “depredadora”.

Carece de sentido echarse unos a otros las culpas a base recriminarse hechos o dichos del pasado. Para entenderse las fuerzas de la izquierda solo necesitan la voluntad de hacerlo. Pero esa posible unión no tiene perspectiva de gobierno si no es con los votos de los independentistas catalanes y un par de añadido. Y esto nos lleva directamente a la cuestión catalana que es de lo que en realidad va la entrevista en profundidad. Como todo lo que hoy se discute en España: Cataluña.

Errejón defiende el derecho a decidir de los catalanes y es partidario del referéndum pactado; si también lo es de un referéndum unilateral, como su compañero de partido, Urbán, no queda claro. Pero tampoco es relevante.

Lo relevante es la defensa de un patriotismo español de izquierda. Rechaza Errejón la visión pesimista de España y se hace lenguas del carácter dinámico, abierto, progresista de nuestra sociedad en las últimas dos generaciones. Una España de la que sentirse orgulloso siendo de izquierda. Recuerda un poco un reciente libro de Miguel Candelas, Cómo gritar ¡viva España! desde la izquierda. Más o menos la misma idea: la otra España que por fin amanece.

La amarga experiencia detecta en un programa de regeneración patriótica española tanto el ¡Viva España! Como el ¡Arriba España! Pero no hay que cerrarse en banda por fatalismo. Merece la pena escuchar las razones de esta repatriación del sentir nacional a la que, se deduce, finalmente se avendrían los indepes catalanes. En el entendimiento de que será distinta del latiguillo de Rajoy y el Rey de la gran nación.

Porque, al menos en la izquierda, es nueva. La generación anterior, también en la izquierda, más conservadora, había intentado lo mismo: generar sentido de nación a base de camuflar esta tras la Constitución. Era el llamado Patriotismo constitucional, importado de Alemania, que mostraba la superioridad de la idea liberal de nación sobre la esencialista. Ese patriotismo constitucional era tan contrario a lo que se proponía que se lo apropió el PP solemnemente en un congreso.

Así que la patria española que ahora se postula hace caso omiso de la Constitución, incluso quiere abrir un proceso constituyente. Tabla rasa con el pasado inmediato (aunque con juicio matizado sobre la Transición) y propuesta de renacimiento de una España capaz de reflexionar sobre sí misma y avenirse a soluciones democráticas del tipo que sean.

Es verdad que en el pasado ha habido puntos en que la acción colectiva española ha sido avanzada, progresista, democrática. Pero han sido destellos en una noche cerrada cuyos efectos se hacen sentir hoy de modo palpable. Basta un simple recordatorio: las más de cien mil víctimas de la vesania franquista siguen en las cunetas.

¿De dónde sale esa idea de que España podrá reinventarse como nación abierta, justa, progresista y, en definitiva, unida (aunque compuesta), cuando las propias izquierdas que la propugnan son incapaces de unirse? ¿De dónde va a salir? De la fe, que mueve montañas. Tanto más naciones.

Y la fe se tiene o no se tiene. Quienes no la tengan, por ejemplo, los indepes catalanes, pedirán algo más tangible que una virtud teologal o un estado de espíritu. Algo que les interese más que su plan u hoja de ruta de ir al referéndum y la consiguiente independencia si gana el “sí”. Y sobre eso, la oferta del nuevo patriotismo popular español es poco concreta.

Sobre eso y sobre lo más general, hasta la idea de nación. Mientras los nacionalistas españoles no se ponen de acuerdo en los caracteres ni siquiera en su misma existencia, los indepes catalanes traen un relato patriótico completo de la nación catalana, en todos sus momentos, desde los orígenes semilegendarios hasta la circunstancia actual, en que pretenden darle acta de nacimiento como Estado. No veo a los parteros de la nueva criatura muy interesados en integrarse en un enésimo y vagaroso proyecto regeneracionista español basado, como siempre, en la fe.

dissabte, 15 de juliol del 2017

Monotema Cataluña

El tono trágico de El País condena a la oscuridad las propuestas novedosas de la Ejecutiva del PSOE, que tampoco son tan novedosas y, además, creo entender, han de pasar a consulta de las bases, siendo así que el tiempo apremia.

El debate se centra en el significado de la abrupta remodelación del Govern. Las interpretaciones son muy variadas. Rajoy, los partidos nacionalistas españoles en Cataluña y, obviamente, El País, coinciden en entonar un gori-gori de difuntos. “A la desesperada” suena un poco como Los últimos de Filipinas o, para no acudir a un ejemplo incómodo, Murieron con las botas puestas. La crisis de gobierno prueba que este está en las últimas.

Del lado independentista la interpretación es la inversa: racionalización del gobierno de la Generalitat, cohesión y reafirmación personal y colectiva de ir hasta el final suceda lo que suceda. Hay aquí un tono solemne que recuerda lejanamente el episodio de los burgueses de Calais, durante la Guerra de los Cien Años y vuelto a inmortalizar después por Rodin. Y aunque no precisamente por la dureza de rasgos rodiniana, Junqueras personifica ejemplarmente la imagen popular del burgués. El burgués de Calais, presto a inmolarse por la libertad de los suyos.

El clima actual en España muestra un grado de conflictividad muy alto. El gobierno y sus instancias adyacentes, lejos de buscar soluciones negociadas a los conflictos, parecen más interesados en encenderlos e ir a una confrontación directa, utilizando todos los medios, incluso los excepcionales. El poder solo se dirige a la Generalitat para amenazar. A veces con resonancias castrenses, cuando toma la palabra la ministra de Defensa, otras con consecuencias económicas personalizadas, como esa intención de ir contra el patrimonio de los responsables independentistas, una verdadera pena de confiscación (tras la proscripción) tanto más odiosa cuanto que quiere castigar a las generaciones venideras.

Las amenazas se materializan de forma creciente. Esa visita de la Guardia Civil al Teatro Nacional de Catalunya es un paso más en el acoso al ejercicio de los derechos y libertades públicas.

Se crea así un estado de tensión muy grande por cuanto se pretende coartar el ejercicio de un derecho que reclama el 80% de la población a base de criminalizarlo. La cuestión es cuánto se puede criminalizar y perseguir un movimiento antes de que haya un estallido social.

Una huelga general en Cataluña, por ejemplo.

O, por seguir la vía parlamentaria, una decisión final. Si el gobierno de la Generalitat es inhabilitado, es probable que el Parlament apruebe una Declaración Unilateral de Independencia (DUI) por mayoría absoluta.

Para hacer frente a todo eso, las amenazas, las persecuciones judiciales, las policiales, los hostigamientos, parece razonable fortalecer el Govern, tanto si se hace “a la desesperada” como si no. Cualquiera lo haría. La cuestión es si se cumple o no el vaticinio del bloque nacionalista español de la muerte del proyecto independentista.

Desde el punto de vista de los indepes es claro que no y para eso precisamente están preparándose, para no morir. Desde una perspectiva desapasionada, uno diría que la posibilidad de la muerte no es descartable en el humano quehacer. Pero añadiría que, de morir, estos morirán matando.

La belleza del combate

Caixaforum tiene siempre dos o tres exposiciones en marcha en ese curioso edificio del Paseo del Prado de Madrid. Una más, en realidad, porque el propio edificio es casi una exposición en sí mismo. Piedra por fuera en airoso equilibrio con un jardín vertical que debe de ser de lo más fotografiado por los turistas en la capital. Por dentro, metal, como una construcción futurista, al estilo de Metrópoli. Coronado todo con una cafetería de diseño absoluto, desde las ventanas al mobiliario, pasando por unas curiosas lámparas que parecen sacadas de alguna película de fantasía.

Multiplicar las exposiciones es una decisión muy favorable a los visitantes que pueden elegir o ver varias. Ayer, después de la de 120 años de cine y pintura, bajamos a la de la Grecia clásica, temática sobre el espíritu de competición en la Hélade. Está hecha en el marco de colaboración con el Museo Británico y tiene algunas piezas de la fabulosa colección de este, entre ellas, un trozo del friso del Musoleo de Halicarnaso, una de las siete maravillas del mundo. Cráteras, cerámicas piezas que ilustran la vida agonística en todos sus aspectos: la guerra, los juegos de mayores, los de niños, las competiciones teatrales. Es refrescante y didáctica. Los niños visualizan manifestaciones artísticas de la mitología que aprenden en el colegio No tiene precio un rosetón que muestra los doce trabajos de Hércules.

Además, hay un espacio recreativo para que los niños se hagan fotos como sombras chinescas pero pertrechados de los cascos, petos, corazas de los guerreros de entonces. La idea es que reproduzcan el combate entre Héctor y Aquiles, a quien consideran los comisarios de la expo de pareja condición con Hércules, basándose en que los dos sin hijos de un inmortal; Hércules, de Zeus y Aquiles de Tetis. Pero luego no hay ni color. Hércules es un héroe humano; Aquiles, no.

Los mayores también disfrutamos por otros lados. Se exhiben instrumentos de juegos de los niños griegos. Entre ellos, unas tabas, con las que se siguió jugando, al menos hasta mi infancia, cuando acostumbraba a perder mis cromos con aquel maldito hueso. La taba era un juego con reglas y nombres. Las cuatro posiciones en que podía caer el astrágalo eran tripa, pozo, rey y verdugo. Las reglas eran estrictas.

Hay también un busto de Eurípides, uno de los que más competía por el favor del público en las competiciones teatrales, a las que los ciudadanos acudían a miles en una época poco favorable a los desplazamientos. Y algunas copias romanas de estatuas helenísticas. Y resulta curioso ver la idea que los griegos tenían de sí mismos en las pinturas de las vasijas o las ánforas.

Lo del Mausoleo tiene su intríngulis. Viene decir que los seres humanos son competitivos hasta más allá de la muerte y rivalizan por dejar memoria si no por su dichos o hechos, por sus obras, como las pirámides. Y esta competitividad refleja un mundo enteramente masculino, viril. De las mujeres ni se habla. El friso del mausoleo es también famoso por su contenido: la única muestra de mujeres guerreras: amazonas. Parece que las espartanas tenían educación militar, pero no consta que participaran en los combates.

La lucha, la competitividad, la agonía es común a hombres y mujeres, y legítimo. Pero ha costado más de dos mil años empezar (solo empezar) a reconocerlo.

divendres, 14 de juliol del 2017

El relevo

A ver qué se nos ocurre a la vista de la profecía de La Vanguardia sobre las conclusiones de un órgano, la Ejecutiva del PSOE que aún no se ha reunido. Es lo que se llama estar al día... siguiente. La reunión quiere fijar una actitud común PSOE-PSC con una oferta concreta de negociación al bloque independentista, antes del 1/10. Esto implica que no se pide una renuncia explícita al referéndum. Sin duda, un paso en relacion al PP.

Porque el fondo de la decisión del PSOE de formular su propia vía catalana lo que hay (o debe haber) es un propósito de sustituir al PP en el gobierno. Mientras el PSOE sea la oposición, sus ofertas de diálogo son a calendas griegas. O accede al gobierno con el suficiente apoyo parlamentario o aquellas son inviables. Dependen del acuerdo de una derecha ya decidida a una política de confrontación de la que espera buenos réditos electorales. Son ilusorias. Incluso arrancando de una base de escaso (por no decir nulo) entendimiento como es el rechazo frontal al referéndum con el consabido latiguillo de la legalidad.

Para que el PSOE llegue al gobierno sin que haya elecciones anticipadas, tiene que ganar una moción de censura. Esto solo es posible con los votos de los independentistas catalanes. El punto central de la negociación es este. ¿Pueden ceder ambos en algo? ¿En qué y a cambio de qué? Un hipotético gobierno de izquierda podría gestionar la crisis pactando un referéndum (como esperan nuestros socios internacionales) y negociando tiempo y pregunta. Lo importante de una negociación es que haya propuestas. No necesitan ser perfectas desde el comienzo.

Dos adversarios de cuidado tiene esta propuesta. Uno viene de las filas del propio PSOE. No es seguro que la regeneración democrática impuesta por la rebelión de la militancia se haya transferido a la concepción de España como nación. Solo mentar el referéndum levanta ronchas en sectores del partido. Habrá que estar a lo que decida la Ejecutiva de hoy. Al respecto es bueno recordar que, por compromiso electoral de Sánchez en primarias, estas cuestiones se someterían a decisión de la militancia. Háganlo. Atrévanse. Sometan este plan (u otro parecido que lleve el voto favorable de los indepes) a la decisión de la militancia. Lo que salga de ahí se someterá a la decisión del electorado.

El otro adversario es la derecha. La amenaza de una moción de censura propiciaría una disolución del Parlamento y unas elecciones anticipadas que coincidirán con el referéndum catalán.

El fracaso del gobierno es tan patente y los riesgos que entraña la necesidad de taparlo con algún conflicto de envergadura tan obvios que no se entiende por qué no se ha presentado ya esa moción de censura.

Las bellas artes y sus concomitancias

Buena idea de Caixaforum en Madrid en esta exposición centrada en la influencia de la pintura en el cine desde el nacimiento de este. Gran abundancia de material gráfico (cuadros, grabados, dibujos, bocetos, modelos, fotografías, decorados, fragmentos de películas, muchas de ellas célebres) y escrito (libros, folletos, artículos, ensayos, poemas). Casi todo procede de la Cinemateca de París, pero también de otras partes. Esta abundancia de material obliga a una visita pausada y, como, además, por las noches, hay unas actividades de complemento, la exposición, sin duda, será un verdadero curso. Y, con todo, es obvio que, sin demérito alguno de la muestra, excelentemente comisariada, su objeto desborda los medios de forma abrumadora. Ella misma lo reconoce al hablar de "120 años", pero mostrar solo algo más de 70, dejando los siguientes 40, muy sensatamente, para cuando el paso del tiempo permita alguna perspectiva; o sea, otros 40 años. Pero no importa, es un comienzo feliz y la visita a la muestra una gran experiencia.

Que las artes no están aisladas se ve en su propia historia. Hasta la estatuística griega tiene que ver con la arquitectura, la pintura, el teatro, la música clásicas. La experiencia estética es un horno en el que se funden medios muy distintos sin ninguna pauta que no sea la genialidad. La exposición se centra en pintura-cine, pero no puede cerrar las puertas a las otras formas. Ni lo pretende. Y por ahí se cuelan historias. Cuando el cine aparece (momento glorioso de la entrada del tren en la estación, de los hermanos Lumière), la pintura es un arte consagrada, longeva, tan respetable que se permite el lujo de tener vanguardias. El cine, en cambio, está dando su primer vagido. Pero, a su vez, tiene un interesante origen en la búsqueda de la fotografía del (y en) movimiento. La fotografía, mirada con desdén por los pintores de mediados del XIX, quería mostrar su superioridad artística captando algo que la pintura jamás alcanzaría: el movimiento. Por eso, con mucho tino, la exposición se abre con unos célebres fotogramas de Eadweard Muybridge que, hacia 1870, mediante mucho ingenio, consiguió fotografiar el movimiento por secuencias de segundos, como modo de confirmar el previo logro del galope de un caballo por Etienne-Louis Marey, de quien también hay fotos. Ahí empezaría el cine y la venganza de la fotografía. Todo el mundo sabe que Edgard Degas las tuvo muy presentes a lo largo de su vida en sus cuadros de bailarinas y caballos de carreras, dos de los motivos que más trabajó Muybridge. Por supuesto, sin Muybridge quizá no hubiera habido vorticismo, ni disfrutaríamos los cuadros de Boccioni con figuras humanas bajando la escaleras y obligándonos a seguirlas con la mirada o el divertido trote de un perro de aguas de paseo con su ama.

Las mutuas influencias entre pintura y cine son incontables y a ellas se añade la música que, por cierto, se manifiesta antes que el cine sonoro porque solía interpretarse in situ, en unos casos con más acierto que en otros. De forma que, ya al comienzo, uno abandona el criterio cronológico racional de la muestra y se entrega a la contemplación de lo que más le atrae, con el goce de verlo todo junto. Y, desde luego, de aprender muchas cosas.

Las vanguardias pictóricas y el cine van de la mano y el surrealismo se lleva una buena tajada, con Un perro andaluz y La edad de oro, diseños de Max Ernst, readymades y la entronización absoluta, cuando Hitchcock encarga los decorados de la pesadilla de Peck en Spelbound (Recuerda en castellano) a Dalí. La historia, sin embargo, iba de psiquiatría y psicoanálisis, dando un formato científico que descansaba, más que nada, en las gafas que el maestro del suspense había encasquetado a Ingrid Bergman. Cosa lógica por cuanto el surrealismo, vinculado en lo colectivo al comunismo, en lo personal y privado lo está al psicoanálisis. Prepárense para ver alguna curiosa interpretación fotográfica de un cuadro de Magritte.

El impresionismo, que ya se practicaba en las variaciones de luz de las fotos, se hace patente en el cine. Incluso, me atrevería a decir que por vía de herencia familiar. Las películas de Jean Renoir no pueden negar que su director, hijo de Pierre-Auguste Renoir, nació y creció con esa visión por impresión. Y, por supuesto, expresión. Todo el expresionismo alemán se volcó en el cine. Por ahí anda María "liberando" a las masas oprimidas en Metrópolis de Fritz Lang y el loco maniático Dr. Caligari exhibiendo el sonámbulo Césare, que todo lo sabe, que conoce el pasado y adivina el porvenir, de Robert Wiener. En decorados que salen de Munch o Kirchner o la gente de Die Brücke o de Grosz Eso de poner nombres italianos a los malvados es una vieja costumbre del goticismo alemán. Es curioso ver a Conrad Veidt (Césare) de joven y recordarlo luego, años más tarde, como el espía alemán casado con Gilda.

El cine y la revolución bolchevique, con esa locura de constructivismo, futurismo y hasta suprematismo que es el Acorazado Potemkin cuyo director (Eisenstein) firma su última obra y la deja incompleta, Iván el terrible, cuya banda sonora era de Prokofiev. Lo cual nos lleva a los años 40 y 50, aunque antes aconsejo parada ante un fragmento glorioso de Cero en conducta, de Jean Vigo (1933) que está en la base de la "Nueva ola" francesa de los 60. Los 400 golpes es su heredera directa. Los 60 y los 70 están literalmente monopolizados por el cine de Goddard. Con mucha razón. Se queda uno prendado de los fragmentos de sus dos obras más conocidas, A bout de souffle y Pierrot le fou, totalmente destructivas, ambas terminadas en muerte, en un caso a manos de la ley, en el otro por la propia mano.  

Parece como si en aquellos años la concomitancia cine-pintura se hubiera debilitado. Pero eso solo si miramos el cine. Si vamos a la pintura, en estado de rebeldía al figurativismo y cada vez más abstracta, pareciera roto, salvo en los casos marginales de cine experimental o documental. Pero hay otra pintura que acusa el impacto del cine. De hecho, el Op-art y el Pop-art salen de ahí y ya no hablemos del hiperrealismo o de la pintura de Lichtenstein o la de Warhol.

Una magnífica exposición que no solo se contempla, sino que se vive.